martes, 20 de mayo de 2008

Me traicionan el cuerpo y la memoria

Te he perdido poco a poco. Mi figura se ha ido transformando ante tus ojos, otros ojos. Esos que olvidan lo que fui y ahora me ven sólo por mi sexo. Es cierto, a veces te cansas, quieres todo inmediato y cortito. Quieres un beso, un sobo, una mamada. Yo quiero un beso, una mamada, una penetración suave, fuerte, última. Al parecer tú tuviste la tuya. No me di cuenta. Ahora sé que cuando me dijiste en aquella ocasión: ven para abrazarte; -era eso, me gustas, quiero estar contigo así, hoy y no más. Yo, poniendo límites y pensando que volvería a ocurrir, que era sólo sexo y no una despedida, me hice la dura: no me lo disfruté, no pude cerrar los ojos y sentirme cómoda entre tus brazos. Alardeé de macharrana, de mujer sexual sin ataduras. Sí, sin ataduras. Ahora doy cuenta que esa madrugada soltaste las ataduras que quedaban, las que me garantizaban tu cuerpo una vez más. Yo, tonta, dejé las mías.

Sigo con el deseo, sigue mi cuerpo sintiéndote anónimamente. Estabas fuera. Ya lo había dicho, no eras nada. Ahora sé que me engañé. Volviste, pero con el cuerpo, y te colaste de nuevo en una dimensión que no tuve el cuidado de verificar antes de olvidar. Aún te pienso cuando me toco. Aún recuerdo nuestras aventuras, desde la primera hasta aquella noche. Todavía me resiento las llamadas no contestadas para volver a hacerlo: dulce, rápido, alto, nuevo... Sobre todo nuevo. Eso es lo que me falta, por eso anhelo la combinación de nuestros cuerpos, para lo que se quedo por hacer.

8:45pm 20 mayo 08

No hay comentarios.: