domingo, 26 de abril de 2009

Pal carajo con la botella

Llegué con todos mis sentimientos a flor de piel, aún si poder distinguir muy bien cuales eran o cuan intensos estaban en mí. Simplemente, los dejé ser... se trataba de una vulnerabilidad total. Mientras más sentía, no importa lo que fuera (amor, nostalgia, pasión, tristeza...), más era. Siento, luego existo.

Cada primera vez que lo veo, me tardo unos minutos en que me guste denuevo, pero tan pronto pasan esos minutos... wow, es como un huracán. Arrasa conmigo, sin compasión; y no me importa, me gusta. Pasaron los días y las cosas se daban naturalmente: los besos, las caricias, los halones de pelo... Era una tecata, una adicta de tocarlo... sabía que tendría su piel así de cerca sólo 10 días. Lo que serían 10 días de puro sexo, de mamadas, de masturbaciones mutuas, de miradas de satisfacción, de montañas de condones usados se convirtieron en 10 días de momentos suaves, de tragos en el balcón, de mañanas y noches en la cama hablando, de paseos largos, paseos cortos... también de sexo con bofetadas, experimental, normal, suave, violento, duro... muy duro.

Rompí la botella para que me rompieran con rafagas de excitación, de locuras; con lluvias de besos y abrazos en las mañanas, tardes y noches; con el descubrimiento de una pasión prohibida por su compañero de casa: un torbellino, el final. Cuando solté el contenido de la botella y la rompí, me dejé ser; me desnudé ante todo, ante él, ante los dos.

3:58pm 5 mayo 2009.